martes, 21 de diciembre de 2010

Armas Cargadas de Ideología

Entramado ideológico:


A partir de esta expresión de Bruschtein en una nota en página 12 (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-159060-2010-12-21.html), es posible realizar o reforzar un análisis que mantenemos a lo largo de nuestras producciones.

En primer lugar cabe resaltar esta idea de que quién carga las armas de ideología es la derecha, el mauricismo que con el tiempo se vuelve macrismo explícito. Una ideología que al desenmarañarla nos encontramos con algunas divertidas analogías. Para utilizar correctamente un arma, es necesario apuntar bien. Esto hace Macri cuando deja al desnudo su xenofobia genética y apunta al inmigrante. Sucede así un hecho doble: Por un lado la estigmatización de un estrato social vinculado a la clase trabajadora, y por otro un posicionamiento que interpela lo más reaccionario de la sociedad argentina. Algo así como apuntar en dos direcciones. El primer caso es bastante desagradable, pero no deja de ser una consecuencia del segundo.

Esto implica una reedición, un poner en funcionamiento una ideología vetusta, apoyada en temores arcaicos, y soportada en una masa acrítica compuesta por los vecinos desalojadores.

Una nota de Pedro Lipcovich (http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-159061-2010-12-21.html) ilustra bastante bien qué hay exactamente de cada lado del cerco y evidencia precisamente que las representaciones sociales que se juegan del lado de los desalojadores, a su vez reproducciones del discurso macrista, poco tienen que ver con lo que se encuentra del otro lado.


Desentramado Ideológico:


Se trata entonces de lograr desarticular a nivel social este núcleo duro de representaciones al rededor de la inmigración que ha recorrido la historia argentina.

1-Si recapitulamos el proyecto oligárquico de la generación del 80, nos encontramos precisamente conque aquella inmigración española, italiana, etc, no era la esperada. Esa inmigración fue despreciada porque no era de la "calidad" de la mano de obra "superior" alemana, británica etc. No solo eso, aquellos inmigrantes venían a hacerse la américa y encima generaban conflicto social (aquellas revueltas anarcosindicalistas siempre reprimidas).

2-Después fue el cabecita negra, ese descendiente de indios, vago que vino del campo a ascinarse en la ciudad.

3-Ahora es el inmigrante latinoamericano, también negro, borracho, piquetero, vago y usurpador.


Toda esta imaginería no es más que la que produjeron los sectores dominantes en decadencia de la sociedad argentina (civilización y barbarie), y siguen reproduciendo los sectores más reaccionarios representados hoy por el macrismo, el duhaldismo y los monopolios mediáticos. Sin ser esto una abrstracción, las pruebas están en los discursos de los dos muchachos y en las declaraciones de la "periodista independiente" Sandra Borghi de TN que habla del inmigrante como mano de obra de mala calidad.

Pero todo esto no es sino el reflejo de una visión extranjerizada de la sociedad argentina. Una visión que encuentra en la represión la solución frente al cambio de paradigma empujado desde abajo.

Hoy por hoy esa inmigración como siempre, forma parte de la clase trabajadora, clase que genera valor agregado, clase que consume todo lo que la industria nacional produce para un mercado interno en expansión. No solo eso, es también el futuro y la promesa de un cambio en la matriz productiva que hoy puede planificar en el mediano plazo gracias a la ampliación de un mercado mundial que demanda cada vez más productos argentinos, sumado a un mercado regional que se amplia gracias al proceso abierto en latinoamérica con los gobiernos progresistas en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Brasil.

Desarmando la Pistola:

Frente al gobierno de la ciudad, generador del discurso racista decimonónico, aparece un gobierno nacional que ha demostrado desde el 2003 la voluntad de no reprimir jamás una protesta social. Precisamente porque en cada conflicto ve un problema a resolver, una injusticia a subsanar y no un atentado a la propiedad pública. No apunta contra nadie.

Esta es la famosa división de la sociedad argentina. Por un lado una perspectiva que apunta, reprime, mata y excluye; por otro el paradigma nacional-popular cuyo objetivo es siempre la inclusión.

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