lunes, 19 de julio de 2010

Bicentenario y Soberanía

El pasado 9 de julio, desde la Ciudad de Rosario, la Presidenta y Compañera Cristina Fernández de Kirchner fue clara y contundente al plantearnos cuál es la tarea que tenemos como pueblo, esto es construir la soberanía económica.

En los últimos 200 años nuestro país atravesó momentos de fuertes disputas políticas en los que se ponía en juego dos modelos de país. Hoy vuelve a expresarse con claridad dos alternativas dicotómicas: nuestro Proyecto Nacional y Popular y el de la reacción encarnada en los sectores mediáticos, eclesiásticos y judiciales, representados políticamente por la derecha peronista y la U.C.R.

Luego del 28 de junio pasado, Néstor Kirchner afirmó que nuestro traspié electoral en la Provincia de Buenos Aires, tenía que ver con que no se había profundizado suficientemente el modelo por lo que inmediatamente, este Gobierno comenzó a poner en marcha políticas en esa dirección. Así puede mencionarse como ejemplo el programa de cooperativas, los aumentos salariales y del mínimo no imponible, y por supuesto, la política social más revolucionaria de las últimas décadas: la Asignación Universal por Hijo.

Las medidas económicas fueron acompañadas de fuertes batallas sociales y políticas como es el caso de la Ley de Medios que afecta el corazón del dispositivo de la derecha argentina, o la reciente conquista del matrimonio igualitario, como una clara medida que apunta a la ampliación de los derechos sociales. Hay que resaltar también el nombramiento de Néstor Kirchner al frente de la presidencia de UNASUR, un lugar estratégico en vistas de avanzar a nivel regional. Se trata de medidas que comparten un norte: profundizar el proyecto político emancipatorio y latinoamericanista iniciado el 25 de mayo del año 2003.

La conquista de la soberanía económica va de la mano de la disputa en el terreno político y simbólico. Es por eso que el campo popular tiene el enorme desafío de lograr representar y organizar al pueblo argentino beneficiado por este modelo económico, político y social. Es necesario abandonar todo intento de mezquindad y en cambio poseer una fuerte vocación de unidad, previendo que frente a nosotros, es decir, frente al pueblo, el enemigo es fuerte y está al acecho. La historia lo evidencia.

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